Luna by Ana Coello

Luna by Ana Coello

autor:Ana Coello [Coello, Ana]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-607-317-237-0
editor: Penguin Random House Grupo Editorial México
publicado: 2018-01-15T00:00:00+00:00


Justo en la puerta, me detuve dudosa. Faltaba una camioneta, noté; me metí de nuevo la paleta a la boca. Él advirtió mi duda.

—No están, es el turno de Hugo para hacer las compras y Flore se ofreció a hacérselo más fácil, no es paciente y odia cuando debe hacerlo. —Entornó los ojos, ya que al parecer Hugo se quejaba mucho sobre eso; me encantó ver ese gesto en su rostro.

—¿Tratas de decirme que van y hacen las compras a un supermercado como cualquier persona pudiendo hacerlas aparecer y desaparecer a su antojo? —lo cuestioné viendo cómo abría la puerta con la mano.

—¿Y de dónde quieres que aparezcamos la comida? —indagó en el umbral, cruzándose de brazos.

—Ah, no sé, tú dime. Creí que podían hacer eso con… eso que hacen —declaré con simpleza. Negó divertido.

—Habilidades —me recordó, me metí de nuevo la paleta a la boca, asintiendo. Cierto, eran «habilidades», aunque en mi cabeza era magia y nada más—. No tenemos que llamar la atención, Sara, como tú señalaste ayer, si con estos cuerpos ya de por sí lo hacemos; no obstante, en todo lo demás tenemos que vivir como cualquier otra persona. Comer, comprar, salir, divertirnos —expresó tranquilo y con un gesto cargado de elocuencia me invitó a entrar. Agaché la cabeza como una dama de antaño e ingresé. Una vez en el recibidor, de nuevo me detuve, nerviosa—. Anda, ven. Yori no dirá nada, ya te escuchó —dijo con frescura. Lo encaré dudosa, quizá no le encantaba verme de nuevo. La noche del accidente no parecía feliz con mi presencia ahí. Por qué ahora sería diferente—. Luna, de no ser así, no te traería —musitó. No me moví, así que tomó mi mano apenas y la llevó hasta mi boca para que probara de nuevo mi dulce. Reí, siguiéndolo.

El interior era más agradable e iluminado a como lo recordaba. Era de un solo piso realmente grande. En el recibidor había una mesa de mármol claro con una banca de madera oscura a su lado. Luca dejó ahí nuestras cosas.

Del lado derecho se extendía una enorme estancia con muebles perfectamente armonizados por el mismo diseño. Más adelante, un enorme comedor con la misma línea. Y ahí, igual que en la sala, los ventanales de piso a techo daban a un jardín perfectamente cuidado.

Las cortinas enrollables estaban corridas, pero en diferentes niveles, por lo que el jardín se podía apreciar sin problema que lucía acogedor y cálido. Nos dirigimos a la cocina, una puerta abatible y una barra de granito claro la comunicaba con el comedor. Al entrar, me saqué la paleta de la boca y dejé escapar un silbido. Luca soltó la carcajada.

Recorrí el lugar, observando cada detalle; había electrodomésticos de acero inoxidable sobre todas las cubiertas. Un refrigerador inmenso se ubicaba del lado derecho; también tenían lavavajillas y horno… Tenían lo que cualquier casa, pero con gran lujo.

—Luca, ¿esto es su idea de pasar desapercibidos? Porque deben saber que fracasaron. Esta cocina es asombrosa. —Le hice ver. Se encogió de hombros sonriendo, se recargó en una de las cubiertas, atento a cada uno de mis pasos.



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